¿Qué más da morir hoy o mañana? ¿Qué me importa estar solo o acompañado? ¿Blanco o negro? ¿Rojo o fascista? ¿Pobre o rico? ¿De verdad importa toda esta basura? No, no importa pues solo es pasto de los gusanos. Todo es igual, todo pasa... ¿Qué queda? El iluso alegará vanamente a la leve estela que puede dejar su vida: plantar un árbol que morirá negro e hinchado, hijo de la putrefacción; escribir un libro que se convertirá en polvo, olvidado en algún perdido estante de una vieja librería abandonada; engendrar un vástago del que, ¡ay! como todos los mortales solo podemos esperar que deje una estela más profunda que la nuestra y unas huellas que lleven a algún sitio. Aun con toda esta mierda que nos rodea, la rendición al paso del tiempo y la apatía seria tan estúpida como el vano intento de posteridad de tanta gente. Simplemente, la única opción restante es la espera de un momento especial, un instante para dar un gran salto, para golpear la ruleta y cambiar de vida hasta que se vuelva de nuevo plomiza, gris, aburrida y patética.
Sigue lloviendo en Madrid... pero hace sol.
Lloviendo,
Birlo
3 comentarios:
Ei!que siempre te digo que me dejes leer lo que escribes y al final nunca lo hago..(soy un desastre lo sé..)..quizá en lo que escribas haya algo de verdad pero..que es del que escribe aquel libro que después se convertirá en polvo si no tiene una musa sobre la que escribir..algo sobre lo que elegir..un motivo por el que sonreir..al final aquel libro será meramente polvo pero hasta entonces..no es necesario que alguien golpee la ruleta para que algo cambie,simplemente,las cosas suceden..
..wenu de vez en cuando yo también tengo paranoias pero es que hoy estoy filosofica debe ser..:) ..ya hablaremos!cuidate!
Elena
Solo porque al final todo de igual, ya que todos quedaremos reducidos a polvo, disfruta de ese momento que te hace soltar una carcajada. Disfruta de lo que puedas porque si no, te arrepentirás depués, y sobre todo no te averguences, total, algún día, nadie se acordará...
Polvo seré, mas polvo enamorado. Escucha la voz de los ancestros. Larga memoria a Quevedo.
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