En mi opinión, el ser humano no es libre. Se cree libre, se empeña en afirmarse a si mismo su libertad, en reflexionar sobre el termino y llega a matar por él. Pero no es libre. Está determinado por la sociedad que le rodea, por la educación que recibe. Sin una educación adecuada, sin esperanzas de un futuro mejor, con violencia en el ambiente que le rodea, con represión externa de la sociedad, un hombre puede llegar a alcanzar las cotas más altas de brutalidad. De alguna manera otros autores han compartido mi reflexión como la novela “La familia de Pascual Duarte” (Camilo José Cela). Pascual Duarte, un labriego analfabeto, criado en una familia violenta, seca, sin amor, inculta, rodeado por la sordidez de su pueblo termina convirtiéndose en un asesino. Cuando llega a la cárcel y aprende a leer y escribir, reflexiona y se arrepiente. Sin duda, la mayoría de la gente que crece en ambientes marginales, crecerá muchas veces frustrado y arrastrado por la multitud, lo que hará que perpetúe ese mal ambiente. Esto no quiere decir que haya gente que consiga salir del ambiente marginal y triunfar o nacer en ambientes privilegiados y echar su vida a perder pero son rarísimas excepciones. Siempre se puede luchar (inútilmente) contra una sociedad y un sistema educativo con escuelas, colegios, institutos, universidades, privadas y públicas que coloca desde pequeños al privilegiado arriba y al marginado abajo con escasas posibilidades de cambiar los puestos. La mayoría de los que han intentado igualar las condiciones de vida y la posición de salida de las nuevas generaciones marginadas han acabado mal, desde Jesús hasta Ernesto “Che” Guevara pasando por Ghandi y muchos otros.
Sin embargo si esos personajes me parecen admirables es porque creo que el hombre es demasiado débil para ir en contra de todo lo que le han enseñado. Nuestra libertad es mutilada por la educación y la sociedad. El chaval que escuche música clásica en vez de música electrónica como hacen todos sus compañeros será mirado raro, el niño pequeño que no le gusten los deportes será apartado del grupo, lo que les obligará a seguir al grupo, a sacrificar su libertad de escuchar música, sus preferencias porque quiere entrar al rebaño. Y una vez dentro del grupo de la mayoría, uno puede dictar lo que se ha de hacer, lo que será mal visto, a quien se debe dejar de lado olvidando todo lo que sufrimos cuando éramos parte de esa minoría. Así la libertad se reduce a lo que la sociedad te permita hacer dentro de lo legal. Puede que esto suene duro expresado de esta manera pero hace más de 2000 años, uno de los hombres más admirados y misteriosos de Grecia escribió en el Templo de Delfos una frase lapidaria: “La mayoría de los hombres es mala”. Era Bias de Priene. Aunque esta frase tenga muchas más interpretaciones me quedo con la versión de que la sociedad pervierte y destruye nuestra libertad individual.
Por fortuna, la sociedad actual es mucho más abierta que la que había hace 25 años. Ahora se puede decir que se es homosexual sin miedo a que te maten de una paliza, se puede leer cualquier libro sin ser encarcelado, se puede pertenecer a casi cualquier partido político, votarle y apoyarle de manera legal. Mientras se cumpla desde el respeto uno puede llevar el estilo de vida que le plazca. Dentro de lo que cabe, los limites de la libertad impuestos por la sociedad se han estirado pero hay que tener cuidado porque si estiran demasiado pueden romperse y los extremos nunca han sido, son o serán buenos.
Es larga pero interesante.
Determinado,
Birlo
PD: Aunque no lea este blog en su vida, gracias a Jorge por su ayuda para este trabajo y conseguir que me interese de verdad por una asignatura: Filosofía.
1 comentario:
CHAAARLESS....BUENISIMO!!de los mejores que el leido, felicidades, ala sigue escribiendo q me mola, un beso, TE APLAUDO
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