10.4.20

Todo cambia

Todo cambia. 
Es la ley de la naturaleza más bella que existe.
En primer lugar, porque supone una excepción a si misma: lo único que no cambia, lo único de lo que podemos estar seguros, lo único inamovible e inapelable es el cambio. Y es una contradicción terrible y hermosa.
En segundo lugar, porque esta es una ley natural completamente independiente de la voluntad humana. Todo esfuerzo para prevenir el cambio es fútil, con independencia de la férrea determinación y de la fiereza con la que nos opongamos a ella. Antes o después, todo cambia y no podemos evitarlo.
En tercer lugar, porque es el complemento ideal a la mortalidad humana. El presente que vivimos cambiará, si no lo ha hecho ya, y solo podremos apreciar este presente cuando haya desaparecido bajo la marea del cambio. Es el sustento de la trilladisima expresión "Carpe diem": si no aprovechas el momento, este desaparecerá y no podrás hacer nada por evitarlo.


Todo cambia. 
Escribía con la intensidad de la prepotencia adolescente, con la vehemencia de unos sentimientos mal gestionados, con ardiente pasión de lo que, en aquel entonces, consideraba mis verdades. Carezco ya de esas convicciones, un cinismo obligado por la experiencia ha destruido esas pasiones y me ha aportado plena consciencia de la volubilidad de mis sentimientos. 
Escribía para las personas que más me importaban, como un manzano que protege y mima las manzanas que cuelgan de sus ramas esta primavera. Esas manzanas maduraron, cayeron de sus ramas y se pudrieron en el suelo y el manzano siguió dando frutos. De la misma forma, esas personas apenas aparecen ya en mis pensamientos.
Escribía mucho y libremente, con independencia de quién me leyera -qué cojones, cuanta más gente me leyera mejor, iba a ser el nuevo García Márquez- y ahora apenas lo hago y siempre bajo la terrible vigilancia de la autoconsciencia, evitando contradecirme, no vaya a ser que alguien encuentre esto.


Todo cambia. 
Este diario, esta etapa de escritorzuelo estaba cerrada y enterrada. No podía, no sabía, no quería seguir adelante con ella. Demasiado esfuerzo, demasiado compromiso, demasiada vulnerabilidad. No tenía sentido seguir intentando resucitar unos huesos blanqueados por el paso del tiempo, quebrados por los pisotones de la vida.
Pero todo cambia.

B.


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