29.1.08

Vino


Una ráfaga de aire fresco entró al abrirse la puerta de la taberna. Los parroquianos que pudieron notarla lo agradecieron porque el ambiente de la taberna estaba bastante cargado. La vieja taberna Il Porco Grasso estaba ya casi vacía. allí dos mercaderes venecianos hablaban de negocios; aquí, tres soldados jugaban a las cartas. Un hombre estaba sentado solo en una mesa reservada. Se mesaba las barbas mirando a algún punto indefinido en el techo lleno de mugre. El hombre que acababa de entrar se dirigió, sediento hacia la barra.
-¡Tabernero! Un vino, un buen vino para un yesador cansado.- gritó hacia el orondo camarero
-Tenéis suerte- dijo mientras limpiaba una copa- y vais a ser el primero en probar el nuevo vino que me han traído.
El tabernero sacó el hacha y arrancó las maderas de la tapa de un barrilete de la decena que habia entre la pared y la barra. Acto seguido, cogió una copa limpia, la llenó de vino y se la puso enfrente al enyesador. Éste se abalanzó sobre ella sediento. Se bebió la mitad de un sorbo. Lo paladeo. Se pasó la lengua por los dientes. Puso cara de disgusto y empezó a escupir.
-¡Timador! ¡Os dije un buen vino! ¿osáis llamaros tabernero? Ni un pecador como yo merece sufrir este caldo inmundo.-grito visiblemente enojado el yesero.
-Me parece que os equivocáis de todo punto. Este es el mejor vino de toda la Toscana y me lo trajo mi buen amigo Giuseppe Franelli, un buen hombre vive Dios.-algo más enfadado, el de detrás de la barra añadió- Retirad el insulto o probareis algo más que mi magnifico vino.
-¿Magnifico? Quizás cuando lo vomite sepa mejor, pero este vino esta picado. Si quisiera vinagre os hubiera pedido vinagre. Ya lo decía mi padre: "Aunque te invite, no te fies de un romano"-El yesero se había puesto ya de pie y agitaba la copa derramando el vino por toda la barra.
-¿Picado? vos debéis estar mal de la cabeza.-Dicho esto el tabernero cogió otra copa, la llenó y se la echó al coleto. La paladeó y puso cara de disgusto. Con voz más tranquila dijo:-Teneis razón. Este vino está picado. La copa, evidentemente va a mi cuenta. No sabeis cuanto me pesa haber discutido con vos. Todo por culpa de este mal meado de vaca- Echó una mirada a los barriles de pino.- Pero os diré más: "Si algo está mal, se tira".
Y cogiendo el mismo hacha que había usado para abrir los barriles, la clavó en el primero destrozándolo y regando todo el suelo con una ola de color granate. A estas alturas todo la taberna estaba mirando la discusión y aplaudieron la bravuconada del tabernero. Excepto el hombre que se mesaba las barbas. Dejando una moneda en la mesa, se precipitó fuera de la taberna.

La puerta rechinó mientras entraba. Se plantó en medio de la catedral y subió agilmente, a pesar de su edad, por los andamios. Sus ojos azules reflejaron una determinación cuando empuñó la azada y empezó a golpear el techo. Miguel Angel solo pensaba en la frase de tabernero mientras destruía los frescos de la Capilla Sixtina en los que llevaba trabajando dos años. "Si algo está mal, se tira".

Birlo

1 comentario:

LittleSham dijo...

me encanta cuando haces esto