18.10.07

Gota

La gota surcaba el cielo en caída libre, aullando al viento, bailando entre el aire, girando en un círculo infinito, gritando la canción amarga del alma, transformándose en las mil formas del demonio, caía.

Y caía hasta chocar con la superficie dura, pálida, arrastrándose por los cortos pelos mal cortados de un rostro que miraba hacia el cielo. Una sonrisa amarga, una primera gota. Y el viento que levanta y ondea una gabardina negra como el azabache. Como si ese movimiento de tela oscura recortada contra el plomizo cielo fuera una señal, el agua empieza a caer. No besa el suelo. Lo araña, lo muerde, lo desgarra, como un encuentro largo tiempo esperado. El suelo, amante paciente, recibe los golpes y mira con tristeza como se empiezan a formar charcos de luna en su sucio polvo.

La figura agita los hombros, como un gesto de desprecio por la fuerza del aguacero. Quizá desde lejos se confundiera como una muda risa, como un espasmo de éxtasis en medio de una carcajada silenciosa. La gabardina va oscureciéndose poco a poco mientras se empapa. Y sus labios se mueven en un susurro a gritos, como un secreto desvelado, como una revelación de un angel, como un sueño de cristal capaz de partirse con solo nombrarlo, como algo que juró que no volveria a decir:

-Vuelvo a estar aquí. Contigo. Yo te protegeré. No te volverán a hacer daño. No volverán a entrar tan profundo. No voy a fallar. Sin embargo sabes el precio. No volverás a abrazar a nadie. No volverás a sentir el calor humano y serás confinado a mi jaula de fria protección.

Un gesto de la mano, corto, sin esfuerzo. Indiferencia absoluta.

-Hablas demasiado. Sabes que acepto. Te añoraba, cretino. Vuelve conmigo, dulce coraza… dulce miedo a los demás… dulce desconfianza…dulce intimidad…dulce y secreta fortaleza…













Birlo

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