son agridulces. Y las odio. Todo el mundo las odia y yo no voy a ser menos. Es una sensación desagradable que te deja pensando cuando volverás a ver a esa persona y lo que le vas a echar de menos. Sin embargo mola porque sabes que el otro volverá cargado de historias, porque os tirareis horas hablando de anécdotas estúpidas... así que las odio y me gustan a la vez. Por eso estoy algo confundido. Porque tengo que despedirme hoy ya que empiezo el camino de Santiago en 10 horas. Sin embargo, llevaré un diario. Podréis leer las historias cuando vuelva en: Historia de ida y vuelta.
Me despido con partes iguales de dolor y alegria,
Birlo
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