4.5.20

Tierra

En el pulso calido e íntimo de la tierra oscura, era invencible e intocable. En ese oscuro manto húmedo de humus se embriagaba del aroma asfixiante del petricor. A su alrededor, las lombrices pasaban sin mirarle fijamente demostrando la correcta educación de los grandes desconocidos.
En ese reino subterráneo era rey y señor de su propia existencia. Alli, en la humedad del subsuelo fin había hallado paz, paz absoluta, de esencia y espíritu, esa quimera inalcanzable para los que habitan por encima.
Un silencio sordo, un abrazo perenne, la ausencia de necesidad, agotada por fin la angustia vital, el sinsentido de la eterna búsqueda de sentido, ni competencia ni competición. Así poco a poco olvidar y ser olvidado, abrazando el abrigo de la tierra y fundiendose en la nada y el todo.

Enterrado,
B.

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