27.2.11

Google tiene la respuesta a casi todo

Y vale que no escribo y soy de poco fiar. Pero cuando me mis dedos deciden que no hay final, que los pensamientos desbordan el cráneo y las palabras surgen de mis oídos bañándolo todo de un añil pestilente, sí, es en este tipo de momento en el que se escribe. Como mis últimas 25 entradas y todas las que seguirán a ésta. Es peor el exceso de acontecimientos que el de copas, pero se vomita igualmente.
Y se puede hablar de un millón de temas de actualidad, de algo que no sea una perdida de tiempo leer -revoluciones democráticas en Oriente Próximo o alguna ley que se aprobó limitando algún derecho- pues sí, pero temo que si dejo que a mi cabeza la tome el adultismo, nunca escapará de ese mundo de cifras grises y palabras aburridas como legajo o politológico, como economicista o esquema.
Sólo es imaginable la frustración del peso de la rutina tendidos bocarriba en un parque esmeralda mientras las nubes, indecentes ellas, indiferente tú, te adelantan con el fluir del tiempo.Es cuando tú, perezosa y juguetona, derramas las últimas gotas de agua por su nuca, para ver como bajan, lentas y tranquilas, descolgándose entre el vello de tu espalda y deseo ser tan efímero como esa acuosa fugitiva, diminuta perla de felicidad pura.
Pero no hay una abstracción que permita abandonar este mundo de una vez por todas. Ignorar los problemas, abandonar las creencias y abrazar el hedonismo puro, convertirse en una roca impasible, en un juez neutral que no dicta sentencia porque es implicarse demasiado, y volver a tener siete años y recibir pelotazos para trazar planes de venganza imposibles... pero no existe esa abstracción. No puedes volar por encima de las vallas y fronteras, no puedes imaginar todo como un todo porque te encadena la educación, tus principios y valores, te encadena tu familia y sus cenas de navidad y comidas dominicales, tus amigos, tus decisiones las correctas y las equivocadas, tu novia, tus brazos y piernas, tu casa, tus estudios, la botella de cerveza y el mechero, te encadena tu música, los besos bajo las sábanas, aquella película del año que naciste, las dos cucharadas de azúcar en el café y el piti de después.

Y sólo quieres escapar y no necesitas saber más. Hay que poner cosas en orden y está claro que no se puede hacer en un sitio tan atestado de rutina y polvo. Pero ¿como escapar sin salir de tu propio tú? Pues así... de esta manera, más o menos fea, que ni saluda al nuevo año ni habla de lo que quiero que hable salvo para señalarme y decirme: "has fracasado una vez más, pero yo no te abandonaré... para que tu fracaso te persiga."